domingo, 20 de enero de 2008

Las justas medievales

El estado norteamericano de Maryland tiene como deporte oficial la justa. Este deporte que ahora se practica nació en la Edad Media y a todos nos hace pensar en caballeros armados, montados a caballo y combatiendo por el reconocimiento de la bella dama.

La justa (o juicio de Dios) nació en realidad como un combate entre dos caballeros a caballo y con lanzas para justificar el derecho de alguno. En ellos se utilizaban armas verdaderas, tanto ofensivas como defensivas, lo que hacía que en muchas ocasiones alguno de los caballeros resultase herido, e incluso muerto. Sin embargo, estos combates pronto se extendieron a los torneos, en los que los caballeros demostraban su habilidad y destreza con las armas. En los torneos, los campeonatos de justa se hacían con armas simuladas.

Las justas llegaron a tener tanta importancia en la Edad Media que se llegaron a dictar ordenanzas especiales para determinar las reglas del juego. La presidencia solía recaer sobre el rey. Los nobles acudían también a presenciar el torneo, en muchos casos como jueces del mismo. También había una dama, que se llamaba reina de la hermosura. Así, los caballeros que participaban se disputaban un premio concedido por esta dama, normalmente alguna banda u otro tipo de prenda.

Estos actos eran muy solemnes y concurridos. Se prohibía al público aplaudir o abuchear para impedir desórdenes, hasta el punto de llegar a imponer desagradables castigos a quien rompiese estas normas de decoro. En los campeonatos organizados por particulares, estas normas eran más laxas.

Los campeonatos se organizaban en recintos construidos de madera, con balcones adornados con joyas y tapices para las damas, los jueces y los personajes principales. En un extremo del recinto estaban las tiendas para los participantes del campeonato o mantenedores, adornados de sus colores. En el otro, elevado, estaba el trono de la dama de honor, cerca de los reyes y los jueces.

Estos campeonatos decayeron a partir del siglo XVI, dando lugar a los duelos privados que se realizaban por dos personas, en un lugar y hora determinados, con la presencia de padrinos, utilizando diferentes tipos de armas, como los sables o las pistolas.

En la actualidad, la tradición de las justas se mantiene en algunos lugares, tales como Maryland, como ya he dicho antes, o en España en el Hospital de Órbigo (León). Ahí se celebran cada año las Justas Medievales del Passo Honrosso, en honor a las hazañas de Don Suero de Quiñones.

Os dejo aquí el vídeo promocional de esta fiesta:



sábado, 19 de enero de 2008

Luis de Requesens


Don Luis de Requesens y Zúñiga nació en 1528 y murió en 1576. Fue un hombre influyente en la época, y destaca por su labor como consejero naval de Juan de Austria. Al nacer se le puso el apellido de su madre primero para preservarlo, por tener más nobleza que la familia de su padre.


Al ser nombrado su padre ayo del Príncipe don Felipe, él fue nombrado paje del futuro Felipe II, con quien creció y compartió estudios y juegos. Más tarde acompañó a la corte del rey Carlos I hacia Flandes, participando en las justas de las fiestas que se organizaban con motivo de la llegada del rey. En una de ellas fue retado por el propio Príncipe Felipe. En el momento del choque, don Luis, por ser la primera vez que competía con su alteza, levantó la lanza y no chocaron los contrincantes. Al cabo de unos momentos fue retado de nuevo don Luis por un caballero cuya identidad no conocía. En este caso, don Luis le alcanzó de lleno con la lanza a su contrincante, que cayó al suelo y quedó adormecido del golpe. Cuando le quitaron el yelmo al contrincante, don Luis descubrió con sorpresa que había sido engañado: el que yacía en el suelo no era otro que el Príncipe Felipe.


Con tan sólo veintitrés años fue nombrado caballero de la Real y Militar Orden de Santiago. Más tarde recibió el cargo de Embajador de España ante la Santa Sede, donde vivió el cambio de Pío IV a Pío V, y tuvo que actuar en el proceso al que la Inquisición sometió al cardenal-arzobispo de Toledo, Bartolomé Carranza. Su misión fue enormemente satisfactoria para el rey Felipe II, y fue nombrado ayudante y mentor de don Juan de Austria con amplios poderes en el año 1568.


Sus grandes dotes y capacidad de mando, así como sus habilidades marineras, le supusieron su ascenso y nombramiento como Capitán General de la Mar. Utilizando entonces su poder, consiguió organizar unas fuerzas navales, que lograron impedir los constantes saqueos a que los hermanos Barbarroja, sometían a las costas del Levante español e islas de Baleares. Participó con don Juan de Austria también en la guerra contra los moriscos en las Alpujarras.


Durante los años de 1571 y 1572, fue el brazo derecho de don Juan de Austria, aunque en realidad y por carta firmada por el rey Felipe II, lo que ejercía era de segundo jefe de la Armada y como tutor del Príncipe, por instrucciones secretas se le comunicaba que por sus cualidades reunían, la prudencia, buen juicio, virtudes diplomáticas, experiencia marinera en este mar y una respetada condición nobiliar. Hasta tal punto se le dio importancia a las decisiones de don Luis que el capitán general, no podía expedir ni firmar disposición ninguna sin la previa revisión y aquiescencia de don Luis.


Combatió don Luis en la batalla de Lepanto, donde sus decisiones contribuyen de forma muy positiva al triunfo final. Después de este combate, en el que pudo demostrar su sabiduría, se le nombró, por expresa decisión del rey Felipe II, gobernador del Estado de Milán en 1572. Al año siguiente relevó al Duque de Alba en el gobierno de los Países Bajos, con instrucciones de pacificar el país. A pesar de sus esfuerzos, don Luis tuvo que acudir a las armas para imponer su autoridad.


Finalmente, y tras un gran cúmulo de desgracias, don Luis fue trasladado a Bruselas, donde murió, se cree que de la peste, en 1576. Fue sustituido en Flandes por el propio don Juan de Austria. El cuerpo de don Luis fue trasladado a su ciudad natal, Barcelona, donde se le enterró en el panteón familiar.

miércoles, 9 de enero de 2008

El Código de Hammurabi


Siempre me ha fascinado la historia del Código de Hammurabi como el primer código de leyes escrito. Este código, promulgado por Hammurabi, rey de Babilonia (c. 1790-1750 a.C.), sirvió para unificar las diferentes normas de las ciudades del Imperio babilónico y evitar que cada uno se tomara la justicia por su mano.

Dijo Hammurabi que fue el dios Marduk, principal divinidad del imperio, el que encargó a Hammurabi llevar el orden justo a su gente, para que todos fuesen por el buen camino. Para ello Shamash, padre de la Justicia y el Derecho entregó el código de leyes a Hammurabi, que mandó inscribirlo en estelas de piedra para colocarlo en todas las ciudades del imperio y que todos los ciudadanos pudiesen conocerlo y aplicarlo.

En el código de Hammurabi se establece un sistema de proporcionalidad entre el daño sufrido y la pena que se debía aplicar. El código, compuesto de 282 leyes, incluye regulación civil y penal: algunas regulan aspectos de la vida cotidiana, mientras que otras castigan la comisión de delitos.

Resulta llamativo como en la calificación de las penas se distinguen cosas como si hubo o no intencionalidad y la categoría tanto de la víctima como del agresor. Además, la mayoría de las penas son multas, aunque muchas incluyen castigos de mutilación, e incluso de muerte.Otras muchas normas que lo integran son lo que nosotros conocemos en la actualidad como “ley del Talión”: “ojo por ojo, y diente por diente”, siempre que el agresor y la víctima tengan el mismo rango social.
En la actualidad, se conserva una de las estelas de piedra con las inscripciones cuniformes en el Museo del Louvre, en París.

En esta página web podéis encontrar un ejemplo de las leyes que contenía el Código de Hammurabi con la traducción al castellano de las treinta primeras leyes del código.

sábado, 5 de enero de 2008

Los Reyes Magos

Mañana, día 6 de enero, celebramos en España el día de Reyes. Es la fiesta católica de la Epifanía del Señor en la que, según relata la Biblia, unos “magos” de Persia fueron a adorar al Niño Jesús recién nacido.


La historia de la Biblia cuenta como unos sabios de Oriente (lo que se interpreta que era Persia, o el actual Irán), vieron una estrella extraña en la constelación de Géminis y la interpretaron como la señal que predijo el profeta Isaías para el nacimiento del Mesías. Fueron entonces siguiendo la estrella hasta Belén, donde se encontraron al Niño Jesús.


La tradición ha cifrado el número de Magos en tres, porque la Biblia menciona tres regalos ofrecidos: oro, incienso y mirra (Mt 2:11). Se les ha llamado Melchor, Gaspar y Baltasar. Ahora, en nuestros belenes de Navidad, aparecen los Reyes Magos visitando al niño en el pesebre donde nació. Sin embargo, sería evidente pensar que estos sabios tardaron varios meses en llegar a Jesús, y por lo tanto, no le visitaron ya en el pesebre, ni siquiera en Belén, sino que fueron a Nazaret. Es por esta razón del intervalo de tiempo por lo que la Biblia relata que Herodes, al enterarse del nacimiento de Jesús, manda matar a todos los niños de Belén menores de dos años. Herodes no sabía que Jesús ya no se encontraba en Belén, y que la estrella se apareció de nuevo a los Reyes y les llevó hasta Nazaret.

Podéis encontrar aquí la narración de Mateo en la Biblia sobre la adoración de los Reyes Magos.

jueves, 3 de enero de 2008

La Atlántida, ¿mito o historia?

La historia antigua está llena de mitos. Muchos de ellos se basan en la realidad. Hay gente que prefiere que continúen siendo mitos, y otros que dedican su vida a demostrar que no lo son.

La Atlántida es uno de esos mitos controvertidos. La conocemos por Platón, que cita este continente utópico en sus obras Timeo y Critias. Los diálogos de Platón sitúan a la isla en frente de las Columnas de Hércules, que se suelen situar en el estrecho de Gibraltar, y la describen como más grande que Libia y Asia juntas. La Atlántida estaba formada por una serie de círculos concéntricos que rodeaban una montaña y que albergaban una gran cantidad de recursos. Su gobierno estaba caracterizado por la justicia y la virtud. Sin embargo, dice Platón que los dioses quisieron castigar a los atlantes por su soberbia, y la isla desapareció "en un día y una noche terribles", quedando sumergida en las profundidades del mar.

Estudiosos de este continente consideran que los relatos de Platón pueden estar basados en la realidad. Algunos encuentran rasgos de la influencia de esta civilización avanzada en la antigua cultura Maya de América, y otros afirman que fueron los atlantes los artífices de la ciencia que permitió la construcción de las pirámides Egipcias.

Muchos han tratado de situar el gran continente en el Mar Mediterráneo, mientras que otros lo han buscado cerca de las costas americanas, en el océano Atlántico. Algunos apuntan a la civilización de Tartessos como la antigua Atlántida, y otros han llegado a afirmar su existencia en Irlanda, en Malta, en Indonesia, e incluso en la Antártida. De todas maneras, la tesis más aceptada es la que sitúa la base histórica del mito de la Atlántida en la antigua civilización minoica de la isla mediterránea de Creta, destruida por la erupción de un volcán en la cercana isla de Santorini.

Aunque existen historiadores que niegan la existencia de la Atlántida en la realidad, muchos otros continúan en su empeño de encontrar la civilización perdida. Confían en que, al igual que pasó con Troya, puedan algún día demostrar una base histórica para el mito utópico que recogió Platón.